AGRICULTURA - CONTROLES: Orugas defoliadoras de los frutales - 3ª parte

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Orugas defoliadoras de los frutales - 3ª parte


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Oruga de piñón (Aglaope infausta)

a llamada oruga de piñón, "royega", y también orugueta del almendro, ataca no solamente a éste, sino a muy diversos frutales. Es la larva del lepidóptero Aglaope infausta.

Esta oruga mide hasta 1,5 centímetros de longitud por tres o cuatro milímetros de grueso. Es una plaga peculiar de la Península Ibérica. Fuera de España solamente se ha señalado alguna invasión en el sur de Francia. Esta pequeña oruga tiene por el dorso un color negro violáceo, con una raya central amarilla, interrumpida en cada segmento por trazos amarillos que le dan la apariencia de una cadena. A uno y otro lado hay una doble franja morada, longitudinal, con series de verruguitas de este este color portadoras de mechones de pelitos rígidos; los costados son amarillos y en ellos destacan los orificios respiratorios (estigmas) como otros tantos puntos negros.

Oruga de piñón (Aglaope infausta)
Oruga de piñón (Aglaope infausta)

Estas orugas crisalidan dentro de un capullo que por la forma, color y tamaño se parece a un piñón (sin cáscara), y a ello se debe el nombre vulgar con que se les conoce en algunas zonas fruteras. La envoltura protectora de la crisálida es una fina membrana apergaminada, de un color blanco rosado, y miden aproximadamente un centímetro de longitud.

La mariposa es pequeña, pues mide con las alas extendidas 20-22 milímetros, la del primer par son de un color gris negruzco, como el cuerpo, que es también negro, salvo un collar torácico de un rojo vivo; alas posteriores con la mitad interna de color rojo bermellón.

Mariposa de Aglaope infausta en posición de reposo
Mariposa de Aglaope infausta en posición de reposo

Esta especie, como las anteriores, tiene solamente una generación en el año. Durante parte del verano, todo el otoño y los meses fríos de invierno, el insecto se encuentra bajo forma de larvas de primera edad, aletargadas en pequeños nidos algodonosos, de 2,5 por 2 milímetros, situados en las resquebrajaduras de las cortezas del tronco y de las ramas gruesas, o sin otra protección que dichos nidos en los árboles jóvenes.

Al final del invierno o comienzo de primavera -según las comarcas-, las oruguitas abandonan sus refugios y comienzan a roer las hojas por el envés, respetando las nervaduras y la epidermis del haz en los manzanos, cerezos, ciruelos y almendros; en los perales lo hacen por el haz. En este periodo miden dos milímetros, aproximadamente, y son de color negruzco. Comen con gran voracidad, de modo que crecen rápidamente, duplicando su longitud siete u ocho días después de salir de su letargo; entonces su color es pardo amarillento, con una triple línea negra a lo largo del dorso. A los quince o dieciséis días miden 5-7 milímetros, y cuando alcanza una longitud de unos 10 milímetros presentan ya los caracteres indicados al describir la oruga madura.

La crisalidación tiene lugar en las bifurcaciones de las ramas o en las rugosidades de la corteza y, a veces, en la parte baja del tronco o incluso en el suelo, bajo tierra, en lugares fríos. La fase de crisálida dura quince o veinte días y las mariposas aparecen desde mediados de mayo a últimos de junio. Durante algún tiempo y por el día permanecen quietas, con sus alas plegadas; por la noche revolotean, con vuelo pesado, sobre todo las hembras, cuyo abdomen es más grueso que el de los machos. Efectuada la unión sexual, cada hembra pone, como promedio, 300 huevos, repartidos en grupos, sobre las ramillas. Los huevecillos avivan pronto, a los ocho o diez días, y las oruguitas, que miden al nacer un milímetro, se alimentan durante algunos días y pasan luego a la vida inactiva, en que permanecen aletargadas hasta la primavera del año siguiente.

Esta oruga es una de las defoliadoras más comunes en toda especie de frutales. Sus daños son de importancia; al quedar los árboles sin hojas, no pueden elaborar las reservas necesarias para el agostamiento de la madera y buena brotación de las yemas en la primavera, con la natural pérdida de vigor y de fructificación.

Como complemento de los tratamientos primaverales, durante el invierno, en árboles viejos, puede reducirse la plaga mediante el descortezado de los troncos y ramas gruesas, seguido de pulverizaciones con mixtura sulfocálcica a una densidad de 4º - 5º Baumé. Esta operación es eficaz a condición de tener cuidado de recoger y quemar los restos del descortezado, o al menos hay que rociarlos abundantemente con el mismo caldo sulfocálcico.

Contra el Aglaope puede sustituirse el descortezado ventajosamente aplicando a los troncos, con brochas, una mezcla de alquitrán y cal; pero estos tratamientos de invierno han perdido interés, en cuanto se refiere a la "orugueta" o "royega", a causa de la facilidad de combatir la plaga en primavera con diversos insecticidas que se citan más adelante.

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